Sor María Pilar de los Dolores
(Petra Manuela Pairós Benito). Ella nació en Pamplona el 29 de abril de 1863, sus padres, Pedro Pairós, de origen francés y su madre María Benito. Como concepcionista y mártir se le conoce como, Sor María Petra Pilar de los Desamparados.
Cuando cumplió los 24 años, Petra Manuela llegó a la conclusión que quería ser religiosa de vida contemplativa, aunque tenía la carrera de maestra nacional. Con la bendición de sus padres, ingresó en las religiosas concepcionistas, el 28 de noviembre de 1887.
Dirigió el colegio que las concepcionistas abrieron para ayudar a su precaria economía. Encajó muy bien como profesora, educadora y responsable del colegio, que supo formar a niñas, especialmente de familias pobres, con el estilo concepcionista y franciscano. En general, trataba con exquisita delicadeza y cariño a las persona, sobre todo a los pobres. Se interesaba por sus problemas familiares o de trabajo y les hacía las sugerencias que consideraba más oportunas.
De carácter alegre con marcada espiritualidad mariana y franciscana ofreciendo con gran naturalidad los sacrificios como el perder un ojo de lo que alegremente decía; “venía pensando que desde hace tiempo que Dios me tenía olvidada y ahora con esta muestra de amor veo que me quiere más”.
Tenía grandes cualidades para la vida comunitaria, promoviendo las celebraciones del día de Santa Beatriz. Tanto le gustaba decir, que después de morir le pediría a Dios bajar del cielo a pasar ese día con la Comunidad.
Todos los testimonios son unánimes al señalar que ella era una persona de oración. Cultivaba una relación de gran intimidad con el Señor, en un rezo constante en el que no eran suficientes las dos horas que marcan las Constituciones Concepcionistas.
Publicó varios ensayos. El más conocido: “La religiosa Concepcionista a los pies de Jesús Sacramentado”. También escribió algunas novenas.
El clima se enrareció de tal manera que la comunidad vivió pánico y terror afianzada solo en la oración y dispuesta al supremo sacrificio. Se mantenía en la entereza, porque era consciente de las circunstancias de persecución que se vivía en aquel momento y desde ese momento comenzó a decir que perdonaba a los que a ella le quitasen la vida, como así fue. Murió a los 73 años de edad y 48 de vida religiosa.