María de Ayala

Madrid (1559-1641). Iniciada su vida religiosa, puso cerrojo a su lengua para que de ella no salieran sino palabras precisas, y de ordinario se limitaba a contestar si o no. Buscaba con interés el trato íntimo con Dios, no con las criaturas.

El fundamento de los fenómenos sobrenaturales  –que no son pocos-, de que está cruzada su vida, se pueden descubrir en la vivencia de oración tensa, en los sufrimientos físico y morales con los que Dios permitió que fuese probada, en su amor intenso a la Eucaristía y Pasión de Cristo y al Misterio de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, en lo cual fue ferviente imitadora de la Santa Madre Beatriz.

Por los años 1636 fue vicaria y es una de las testigos que firma como tal vicaria, en el proceso de canonización de Santa Beatriz de Silva.

También estuvo como abadesa del convento, cargo que para ella fue una nueva cruz, años del oficio abacial en el que disminuyeron los sucesos sobrenaturales.

Su muerte acaeció el 13 de octubre de 1641, a los 82 años.