El 17 de agosto está dedicado a nuestra fundadora, Santa Beatriz de Silva. Este año queremos reflexionar haciendo una aproximación de su figura en relación al espíritu de pobreza.
Según el buscador de Google, la pobreza es la privación de comida, techo, agua, trabajo o educación, bienes considerados básicos para el ser humano. Pero la intención de este artículo no es esa, sino ahondar en la vida de Santa Beatriz De Silva en su espíritu de pobreza.
En publicaciones anteriores hemos profundizado en diferentes aspectos de su vida como su alma obediente, su corazón contemplativo y como guardián del silencio. Hoy hablaremos de el espíritu de pobreza en su vivencia espiritual y comprender mejor el estilo de vida por ella fundado y al que pertenecemos nosotras como monjas de vida contemplativa de la Orden de Santa Beatriz de Silva. Por ello y por unos momentos haremos un ejercicio de mirada, retrocediendo en el tiempo y situarnos en el siglo XV.
Santa Beatriz nace aproximadamente en el año 1426 en Campo Mayor, Portugal. Es una época de grandes desigualdades económicas. Gran parte de la población no tenía nada y muy pocos disfrutaban de grandezas económicas. Así es que nacer en una familia de nobles y pudientes era un privilegio. No era común que siendo rico, quisieras ser pobre. Eso no ha cambiado en el ser humano del siglo XXI.
En una familia de nobles nació Santa Beatriz. Ella tenía un futuro prometedor. Lo tenía todo. Por si no fuera suficiente, además de gozar de buena posición económica, era guapa.
Así estaba la vida de Beatriz de Silva cuando Dios le da un giro de 360 grados. Ella deja su propia huella en lo que os vamos a contar a continuación. Prestar atención a seis momentos claves que se recogen en su biografía:
1. La adolescencia. Posar como modelo.
Cuando su padre contrata un artista italiano para que le pinte un cuadro de la Virgen, pide que su hija sirva de modelo. Santa Beatriz, se sobrecogió tanto que no se atrevió a abrir los ojos. Este momento representa el germen de algo nuevo que brotará. Ella cierra sus ojos a los placeres de este mundo, porque tendrá ojos solo para Dios. Se esboza la opción por la vida íntegramente contemplativa. Beatriz ni siquiera sabe darle nombre a lo que en ese momento experimenta en su interior, pero su personalidad es clara de mantenerse en esa actitud, porque obedece el impulso interior del Espíritu. Ser modelo para representar a la reina del cielo no es poca cosa, por eso solo pretende que sea la Virgen la protagonista, no ella.
2. El encierro en el cofre
Cuando Beatriz es encerrada en el cofre, claramente vemos que acude a la oración de intercesión. Está completamente abandonada de todo ser humano. Ve que va a morir, pero no toma una actitud pasiva acurrucándose para esperar la muerte. Tampoco se dice que agotase sus energías golpeando el cofre por si alguien la oía.
Con ella está encerrado un tesoro, una perla: la devoción a la Virgen María. Ella recuerda su primera experiencia fundante cuando posó para el cuadro, y saca de su interior esa riqueza. Es entonces cuando abre los ojos y suplica a la Virgen que la libre y ella le responde con esas palabras proféticas que se siguen cumpliendo hoy:
“Estoy aquí, no te preocupes, no vas a morir, sino que vas a fundar una Orden en mi honor, con habito tal como voy vestida, de azul y blanco, para proclamar la primacía absoluta de Dios en el ser humano”.
Solo un alma pobre es capaz de abandono confiado en quién sabe la va a rescatar. Es así como sale victoriosa del sepulcro, de la muerte a la vida, dando un nuevo sentido redentor a su vocación.
3. Despojo de una seguridad
Deja atrás las pompas del palacio y se dirige a una nueva tierra. Rememora su origen, su familia y su corazón creyente vuelve a tener paz.
Beatriz continúa su camino confiada en aquellas palabras que la Virgen María le había dicho. Las experiencias vividas van conformando y confirmando su vocación. Ella sabe que a pesar de las carencias materiales su misión está clara: ser madre de muchas hijas a espera de cumplirse la promesa.
4. Tejer para los pobres
Santa Beatriz estuvo treinta años viviendo con las monjas dominicas. Aunque tenía sus rentas de Palacio, elige vivir sin nada propio, destinando sus bienes para mejorar las estancias del monasterio donde reside.
Se sabe que durante ese tiempo, teje ropa que luego reparte a los pobres que se acercan al monasterio. En las conversaciones que mantendría con la Reina Isabel la Católica, le mostraría su opción de vida por Jesús y la reina le apoya en su proyecto. Así es como le dona los palacios de Galiana y pide al Papa Inocencio VIII la aprobación para fundar una nueva Orden.
Beatriz ve nuevamente, que Dios es el que se encarga de todo, “ni Salomón se vestía tan bien, como los lirios del campo”. (Mateo 6:28, 29)
5. Es mi voluntad
Cuando recibe el anuncio de su muerte, no se opone ni revela a la voluntad de Dios. Se pone en sus manos y que Dios haga lo que quiera. Como había vivido, así llega al final, abandonada en sus manos.
Ella, muy a pesar de que había iniciado un proyecto ilusionada, que no era para ella sino para Dios, aun así, reconoce la primacía absoluta de Dios en su vida.
Él había socorrido su vida en experiencias anteriores y ahora le toca cortar el fruto, a ella concluir su itinerario y nuevamente cerrar los ojos del cuerpo.
6. Su última voluntad
Prepara su alma para el desposorio con Cristo, pero no se olvida que sus hijas quedan solas y desamparadas. ¿Quién conoce mejor su conciencia e intenciones fundacionales? Su confesor, el padre Juan de Tolosa o.f.m. A él acude para pedirle que inmediatamente acuda a Toledo porque su Orden está a punto de romperse por su muerte.
Pide algo que no es material, sino de tipo espiritual. No depende ya de las cosas. Está libre de las ataduras de la tierra. Renuncia a lo terrenal, no porque le habían causado disgustos en la corte, sino porque su corazón hacía mucho tiempo estaba totalmente enamorado del Señor. Le interesa el porvenir espiritual de la primitiva comunidad y le deja un testigo fiel, que las va a proteger de cualquier mal.
Santa Beatriz, espíritu de pobreza
¿Qué te ha parecido esta experiencia buceando por la vida de Santa Beatriz? Nos hemos detenido por seis momentos importantes de su vida y hoy volvemos a nuestro tiempo, a nuestro siglo XXI y vemos cómo vivimos nosotros hoy estas actitudes que fueron claves en la vida de nuestra madre.
La pobreza es un lugar de encuentro y las cosas no se interponen entre Dios y el ser humano. La grandeza en Santa Beatriz está en lo que Dios hizo en ella, porque abrió su corazón a la iniciativa de Dios.
”Santa Beatriz menosprecio el señorío de este mundo, reputando como la mayor riqueza conformarse con la pobreza que para sí, escogieron nuestro Redentor y su Santísima Madre».
(CC.GG art. 42)
Lamentablemente no disponemos de demasiados datos para saber cómo fue el género de pobreza practicado por la primitiva comunidad, pero en la regla se describe cómo ha de ser el hábito, “pobrecillo y remendado”.
Quizá tengamos que sacudir el polvo de nuestras sandalias, ante ciertas actitudes que hemos ido adoptando y que no son Evangélicas, ni nos definen con un estilo de vida elegido.
Recuerda:
- Hay pobrezas dentro y fuera de nuestros ambientes religiosos que nos piden mirar hacia el sentido que nuestra madre dio a la vida, a las personas y a las cosas.
- No perdamos la actitud de reverencia ante lo sagrado.
- Servir a los nuevos pobres que no conocen a Cristo con nuestro buen testimonio de vida.
- Aceptemos la voluntad de Dios en los momentos de la vida y pidamos su ayuda cuando nos veamos necesitados.
- Servir a Dios y al prójimo, exige un desprendimiento afectivo y un esfuerzo de equilibrio, ya que la tentación de invertir los valores acecha siempre.
Si quieres conocer más sobre la vida de nuestra madre fundadora, te invitamos a que leas la biografía de Santa Beatriz de Silva. Para ello sigue el enlace y pincha aquí.
Me gusta mucho la vida de santa beatriz y soy muy devota de ella
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